Escucha a tu cuerpo
Podríamos hacer hojas y hojas contándote todo lo que no debes comer, pero, esta vez te voy a contar un poco de mi experiencia en Sudamérica. No engloba todas las comidas, ni todos los estados ni países, solo algo de lo que vi cuando fui.
A veces, entendemos mejor viendo a otros y sus consecuencias.
El consumo de papa en Sudamérica
Lo cierto es que todos los países tienden a consumir en mayor medida el ingrediente que más se produce en sus tierras. En México, debido a la facilidad de cosechar maíz, vemos tortillas, sopes, quesadillas, tlacoyos y demás.
En Sudamérica, específicamente en Perú y Brasil, la papa es el eje central de sus comidas desde hace milenios. De hecho, se cree que estos países son la cuna de la papa y por ello encuentras cientos de variedades de la misma, aunque actualmente solo producen cerca de cuatro especies. Se considera que es el principal productor dentro de América Latina.
¿Por qué te estoy contando todo esto? Hace no muchos años, fui de viaje a Perú. Fui a ver a unas amigas muy queridas de la Universidad, originarias de allá, que solo habían venido a estudiar y luego se regresaron. Me ofrecieron hospedarme con ellas durante un mes y yo estaba muy emocionada por conocer el Amazonas y las legendarias ruinas incas de Machu Picchu, así que acepté muy contenta.
Lo que conocí me impresionó.
Alimentación consciente
Ya tenía un par de años comiendo abundantes frutas y verduras, incluso ya había incorporado pequeñas licencias cuando salía de viaje con el fin de probar platillos exóticos, pero, ese viaje me demostró que cuando no escuchamos nuestro cuerpo las consecuencias son visibles.
La familia de estas amigas, con quienes estoy muy agradecida, me ofrecieron platillos deliciosos: papas a la huancaína (papas rebanadas con una crema de mayonesa por encima), causa (puré de papa solo con mantequilla, luego una capa de atún con mayonesa, una capa de puré, una capa de aguacate aplastado, que le llaman palta y a veces cambiaban la capa de atún por pollo… con mayonesa), lomo saltado con mucho aceite y más platillos de este tipo, siempre todo acompañado con un sabroso arroz, el cual sí es diario.
Como puedes ver, siempre papa, aceites o harinas en sus comidas. La verdad es que no me los quise perder y los probé en pequeñas cantidades, mas, con el pasar de los días me fui dando cuenta de una serie de cosas…
Los padres de mi amiga tenían obesidad y toda su familia igual, en un principio creí que sería por falta de actividad (no les gusta el ejercicio), pero, solían verse adormecidos después de una larga plática y alguna de sus tías llegó incluso a dormirse. Solían estar cansadas y yo misma empecé a sentirme pesada después de unos cuantos días, solo que me di cuenta.
Fui incorporando poco a poco pequeños cambios, comer un poco menos de estas entradas o complementos, tratar de incorporar verduras (algo que me costó mucho trabajo, pues no se vendían con facilidad) y caminar todo lo que podía.
Tras regresar a casa, agradecí haber aprendido a escuchar a mi cuerpo. Escúchalo cuando comes bien y cuando no y apuesto a que te darás cuenta de inmediato cuando llevas días tratándolo mal, después te vamos a contar más de esto.
¿Qué te parece esta historia? ¿Te has dado cuenta de cómo te sientes todos los días después de comer?
Bendiciones
Yola Padilla
Creadora del programa “Mente Sana Cuerpo Ideal”
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